jueves, 11 de agosto de 2016

Quinta parte de "El Método de los Deseos Cumplidos" (Artículo 4)



Sincronicidad
Las sincronicidades son “casualidades con significado”. Muchas personas, las califican de providencia divina, suerte, destino, fortuna... Algunos lo llaman “leguaje de Dios”, otros “estado de flujo”, otros “causalidades”. Como lo denominemos no tiene ninguna importancia, Sea como fuere, ¿Por qué no aprovechar la ayuda que proporcionan?
Joseph Jaworski, en su libro Sincronicidad, acuño el término “despliegue del orden creativo”. No he encontrado unas palabras que definan mejor lo que ocurre cuando atraemos personas y situaciones sin que sea necesario ningún esfuerzo. Y como él dice; “No se trata de una experiencia mágica, sino muy terrenal”.
Cuanto más fluyes, más sincronicidades se producen que ponen en movimiento la maquinaría cósmica que conspira para que veas cumplidos tus deseos. Ahora, cuando miro hacia atrás me doy perfecta cuenta de que mis mayores agolpes de suerte” se han producido cuando me hallaba en “estado de flujo”, completamente abandonado y confiado a una inteligencia y orden superiores. Créalo en tu mente y después suéltalo. Tienes que soltarlo para atraerlo:
La que más necesites allí estará cuando lo necesites.

Cuando abandoné mi empleo de maestro, entré en un estado mental de coherencia que desplegó el orden implicado de mi propio deseo: un nuevo estilo de vida. Todo empecé a ser más sencillo, más rápido e imprevisible. Mi compromiso desató una sucesión de pequeños milagros de naturaleza sincrónica. Yo lo hacía todo y a la vez no hacía nada. Lo único que sé es que al caos siguió el orden, y mis decisiones, tomadas desde la coherencia y el compromiso, tenían mucho que ver con el despliegue de mi nueva vida.
Y todo aquello ocurría no porque yo fuese un escogido, sino porque yo había escogido.
Escucha el lenguaje de las coincidencias. En apariencia puede parecer que tus intuiciones no tienen nada que ver con el objetivo que deseas alcanzar. Por ejemplo, tal vez te propones mejorar la calidad de tu relación, y en tu empeño, y al poco tiempo, te quedas sin pareja. A simple vista, parece una contradicción. Pero si esperas lo suficiente, descubrirás que tu siguiente relación cumple tus expectativas de lo que debe ser una relación bendecida. La mente tiene lógica; pero el espíritu, sabiduría.
Quienes han conseguido hacer sus sueños realidad explican cómo empezaron y suelen expresarse en términos tales como:
“Algo inesperado ocurrió después de ponerme en acción.”
“Actué aun sin conocer todas las respuestas.”
“Mi atrevimiento resulto ser muy creativo.”
“Pasé de preocuparme a “ocuparme” y todo se resolvió.”
Dieron un salto de fe primero, y encontraron el camino correcto después. Aprendieron a confiar en su guía interna sin importarles cual era el discurso de su mente asustada. Su sueño llevaba implícita una gran transformación personal y su espíritu, por medio del leguaje de las coincidencias, diseñó las señales para dar un salto cuántico.
Siempre llega el día en el que aprendes a confiar.
Este libro sin ir más lejos, ha sido objeto de varios hechos sincronísticos que me proporcionarán la orientación y las experiencias que este proyecto necesitaban. Yo puse todo de mi parte y acepté toda la ayuda que lo ha hecho posible. Ni siquiera sentí que “tenía que escribir”, más bien sentí que terminaría por hacerlo de cualquier modo incluso a pesar de todos los inconvenientes. Así que me rendí porque en algún nivel sabía que hacerlo me llevaría a disolver una vieja forma de ser.
Este libro ha llegado a tu vida en el momento justo. Forma parte de un cúmulo de sincronicidades. Tal vez no lo sepas ahora, pero lo sabrás sin ninguna duda. Las cosas suceden de un modo más ordenado de lo que suponemos. Este libro no es una excepción.

¿Comprensión o acción?
Si este libro pretendiera la comprensión de conceptos no aplicables a la realidad, su lectura no valdría la pena. Pero este no es un libro para la comprensión sino para estimularte a actuar en la dirección de tus sueños.
Disponemos de sobrada información para alcanzar una vida de plenitud, y sin embargo, lo que necesitamos es transmutarla en hechos.
“Hacer la palabra carne”. Compruebo a menudo cómo algunas personas destinan más tiempo a corroborar información que a experimentarla. En otras palabras, se conforman con confirmar intelectualmente lo que aún no se han demostrado vivencialmente.
Sueñan con una vida diferente pero no se creen su sueño.
He sido consultado por algunas personas que comprenden perfectamente sus dificultades y desean superarlas pero no parecen dispuestas a abandonar los patrones de pensamiento que “crean” sus problemas.
Vamos a dejarlo claro  y cuanto antes: para superar una dificultad no basta la comprensión, sino la acción.
Todos podemos comprender que una relación o un hábito no nos favorecen nada y sin embargo seguimos enganchados. La comprensión busca el “porqué”. La comprensión casi nunca sirve para nada porque “lo que hay que comprender” no vale la pena.
Muchos problemas no se resuelven porque se busca solucionarlos en el ámbito mental o conductual pero no en la conciencia.
Paradójicamente, la preparación es otro de los impedimentos a la acción. ¿Estás formándote ad infinitum para lo que nunca te sientes suficientemente preparado? ¿Demoras la decisión de empezar para cuando te sientas 100% preparado? Si las respuestas son afirmativas, eres una persona de lo más prudente. Pero la prudencia en exceso es una gran imprudencia. Lo que sigue es de Mark Twain: “Siempre encontraras excusas pero ninguna es una razón”. He aprendido que los deseos se cumplen pasando a la acción, no buscando excusas.
Si usáramos solo la mitad de lo que ya sabemos nuestra vida sería el doble de buena de lo que es.

Te acabo de dar una gran idea para duplicar tu satisfacción.
Un ejemplo de uno de mis alumnos que nos platicó que un día descubrió en su biblioteca un libro que no había leído cuando lo compró diez años atrás. Resulta que explicaba la experiencia de una mujer con sus jaquecas y como las resolvió.  Y nos dijo: Yo he tenido toda la vida ese problema, y —sin saberlo— ¡la solución en forma de libro estaba en mi casa sin que le hiciera ningún caso! Un día lo devoré, lo apliqué y todo cambio. ¿Por qué no leí ese libro antes? ¿Cuántos dolores de cabeza me habría evitado?

Ahora mismo estas tan cerca de tus respuestas que no puedes verlas porque no tienen la apariencia de la solución que buscas... hasta que experimentes.

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