Tormenta de ideas
Hoy en día hay más opciones que nunca antes.
Existen más medios para conseguir lo que deseas que en cualquier otra época de
nuestra historia.
Pero:
Las alternativas son tan abrumadoras que...
¿Cómo elegir?
He conocido personas que se pasan el tiempo
probando todo pero profundizando en nada. Siempre pensando que su siguiente
idea es la buena. Saltan de una cosa a otra con tal rapidez que no pueden
valorar con qué vale la pena quedarse.
Si éste es tu caso, lo que sigue te ayudará a
aclarar tus ideas.
Generar opciones es lo más parecido a una
“tormenta de ideas”. ¿En qué consiste? Es una sesión intensa y corta en la que
registrarás en tu libreta de notas todas las ideas que se te ocurran en el
asunto que te ocupa —ya sea a la hora de crear algo nuevo o solucionar un
problema—. ¿Para qué? Cito a Linus Pauling para responder a esta pregunta: “La
única manera de tener buenas ideas es tener muchas ideas y descartar las
malas”.
Cuando hagas tu lista no juzgues, tan solo
anota. Incluso una idea absurda puede ser el germen de una idea brillante. No
te quedes con el primero que surja. Enlaza ideas con otras ideas y ve a dónde
te conducen. Con seguridad, conseguirás una lista con más ideas/opciones de las
que necesitas. Después ya seleccionarás y priorizarás.
Mis seis preguntas favoritas para generar
opciones son:
1. ¿Qué he
intentado hasta la fecha?
2. ¿Qué
funciono bien?
3. ¿Qué no
funciono?
4. ¿Qué puedo
hacer diferente la próxima vez?
5. ¿Qué no he
intentado aun?
6. ¿Qué contexto
mental incluye la solución?
Veamos ahora tres sencillas reglas para
elegir correctamente entre varias alternativas:
Regla 1: no elijas una alternativa hasta
tener claros los criterios que ha de cumplir la mejor alternativa.
Regla 2: el mejor criterio de elección es el
que responde a la pregunta: ¿En realidad qué quiero conseguir?
Regla 3: una vez tomada una decisión, pasa a
la acción. Replantearla es un error monumental. La duda siempre es la
estrategia más descabellada.
Por ejemplo, supón por un momento que decides
cambiar de trabajo. Lo primero que deberías establecer son los criterios que
deberá cumplir la nueva ocupación (interés, aptitud, idoneidad, prestigio,
remuneración, expectativas, proximidad, horarios, etc.). Si no has establecido
cuáles son los criterios básicos podrías aceptar un empleo “inaceptable”. De
todos esos criterios de selección, el que responde a la pregunta: ¿En realidad,
que clase de empleo deseo?, es el mejor porque te centra en lo que deseas y no
en lo que se te ofrece. Y por último, una vez hayas elegido, no vuelvas al
inicio del proceso debido a las dudas. Sella tu decisión dándola a conocer.
Muchas personas no ven ninguna oportunidad
porque en realidad temen elegir; y las oportunidades suelen disfrazarse de
problema. George Bernard Shaw lo captó y escribió: “Las personas que tienen éxito en este mundo son aquellas que se
levantan y buscan las circunstancias que quieren y, si no las encuentran, las
crean”. ¡Gran verdad!
Si ya tienes tu lista de decisiones
priorizadas, lo segundo que debe suceder es pasar a la acción. La acción
desvela ventanas de oportunidad: una cosa
siempre lleva a otra. Y así es como sucede. La acción mueve una energía que
activa cambios auspiciosos.
Haz que
ocurra
Imagina que juegas al futbol en un equipo.
Eres bueno con la pelota, te gusta tocarla, mantener su posesión. Hasta aquí
todo bien salvo en un pequeño detalle. Si cuando estás frente al portero no
sueltas el balón, y renuncias a la pelota, no hay gol. Así de sencillo.
Pues a menudo, eso es exactamente lo que
sucede cuando no consigues lo que quieres. Te apegas a seguir deseándolo... y
eso es lo que ocurre. Cuando llega el momento de actuar, todo lo demás está de
más.
La opción de actuar no es opcional, es
imperativa.
Empieza con un pequeño y simple paso. Después
de este, ya descubrirás en qué dirección debes dar el siguiente. Ten presente
que uno no se pierde tanto como cuando cree conocer bien el camino de antemano.
El secreto está en empezar.
Cuenta la historia que un viajero se cruzó
con un anciano, que resultó ser nada menos que Sócrates, y le pregunto: “¿Cómo
puedo alcanzar la cima del monte olimpo?” El sabio griego le contestó: “Si quieres llegar a su cumbre asegúrate de
que cada paso que des sea en esa dirección”.
Estoy seguro de que eres consciente de esto:
una cosa lleva a la otra, un libro conduce a otro libro, una persona a otra
persona”…, siempre sucede de este modo. Lo que necesitas, cuanto lo necesites,
allí estará. Tenlo por seguro. ¿Cómo podrías perderte lo que se estableció para
ti?
Intención: información
Atención: energía.
La suma de
las dos: conocimiento aplicado.
Hacer reales tus deseos requiere valor,
probablemente más del que nunca hayas mostrado antes. Arroparse con lecturas
inspiradoras ayuda.
Nada predispone tanto el ánimo como una buena
lectura. Lee textos motivadores. Con ese poderoso combustible, pasa a la
acción. Después, celebra los primeros resultados aunque sean mínimos.
Sabrás que has aprendido cuando otros tomen
tu ejemplo, cuando te afirmes en las peores circunstancias, solo entonces
podrás decir que has aprendido bien. El aprendizaje es una escalera de
infinitos peldaños: donde llegues solo depende de tu vértigo a las alturas.
Recuerda, siempre en este orden: primero lo
haces posible en tu imaginación, después lo haces real con tu acción. Intención&Atención: haz que ocurra.
Despega.
El Zen de
Fluir
Puedes hacer que las cosas ocurran o permitir
que sucedan.
En determinadas circunstancias, es preciso
ser suave y abrirse a lo que desea llegar a ti; y en otras, es necesario tomar
la iniciativa. ¿Cuándo hacerlo uno y cuando lo otro? Lo impecable consiste en
combinar ambas fuerzas creativas
•
Actividad y receptividad.
•
Acción externa y acción interna.
•
influir y fluir.
·
Hacer y ser.
Lo primero consume energías; lo segundo, las
suscita. Es el modo en que respira la vida cuando sigue la antigua ley de la
alternancia, y que resuena como un latido en los cimientos del mundo.
Averiguarás en qué aplicarte pues tu corazón
sabe qué es mejor a cada momento. Alternar actividad y receptividad es una
danza. Tú eres el baile, el bailarín es tu sueño. Fluir es sinónimo de no
resistencia, no juicio, no mente, no acción, ¿Cómo entrar en flujo? Permite que
la vida suceda a través de ti. En realidad no
hay que hacer sino más bien dejar de
hacer. Es acción pero es acción relajada.
Fluye y manifestarás sincronicidades.
La relajación activa tu hemisferio cerebral
derecho —la puerta al inconsciente— y eso da paso a tu potencial creativo. Al
activarlo, ingresas en el “mundo de las buenas ideas”. El hemisferio derecho,
la mente creativa, percibe globalmente es capaz de comprender todo a la vez.
Tiene el potencial de lo infinito.
Como decían los romanos: “Si tienes un
problema sácalo a pasear”. Mueve tu cuerpo, el ejercicio cambia la química del
organismo y activa tu punto de conexión con la inteligencia infinita de la que
eres parte. Gracias al movimiento piensas mejor y la solución te encuentra
porque dejas de consumir energía en procesos neuronales estresantes. Meditación
en acción.
¡Cuántas veces un problemas se ha aclarado en
momentos en los que no se estaba trabajando en él, sino descansando! Como
escritor aficionado, sé que la mente creativa no trabaja bien bajo presión. Lo
que mejor me funcional es esto. Me hago a un lado, no soy ego, dejo de estorbarme,
fluyo libre de juicios y permito que lo que voy a escribir me alcance.
No hay comentarios:
Publicar un comentario