¿Fácil o
difícil?
Lo uno lleva a lo otro. El filósofo Goethe lo
sabía y escribió: ··Todo es difícil antes de ser fácil”.
Dedicarte a lo que le habla a tu corazón no
es sinónimo de una vida fácil. Es precisamente la dificultad lo que generará la
alquimia personal. Seguir el camino del corazón no garantiza una vida fácil,
pero sobrevivir en lo que no se ama tampoco lo hará.
La creencia de que la vida debería ser fácil
es floja. Muy floja. La mayoría de anuncios que prometen resultados inmediatos
están pensados para mentes flojas. La publicidad floja está pensada para
mentalidades flojas y para venderles lo que no necesitan. Nuestra cultura
parece haber olvidado el esfuerzo como valor y se centra en la satisfacción
gratuita e inmediata. Lo vemos en todas partes.
El amor
débil hacía uno mismo —consentirse— no conduce a nada. Pero el amor fuerte
–disciplinarse— es más fuerte que cualquier dificultad. Lo que sigue es el
"paso perdido” en los métodos poco realistas de realización personal:
La autodisciplina es la más alta expresión de autoestima.
Las personas que no consiguen lo que desean
no están dispuestas a pagar el precio para obtenerlo. Es así de sencillo y de
duro. Y mucho menos a pagar por anticipado. Lo que he comprobado es que los
pagos por anticipado son muy poderosos (son inversión pura): crean un campo de
vibración expansivo que despeja el camino de dificultades. Si el precio es
justo, págalo ahora; o más tarde lo pagaras por una cifra mayor.
Para mí, la verdadera autoestima consiste en
“renunciar a establecer una relación conmigo mismo”. He pasado mucho tiempo
mirándome el ombligo. Ahora, en lugar de eso, prefiero centrar el foco de
atención en la vida y en mi contribución. Nadie es tan feliz como quien se
olvida de sí mismo y deja de tomarse demasiado en serio.
En mis seminarios suelo escuchar comentarios
sobre: lo fácil y lo difícil, lo posible y lo imposible, la teoría y la
realidad. Siempre respondo que esas distinciones son una ilusión. No hay una
vida en la cual teorizar y otra en la que practicar... ¡Son la misma! Si lo que
se sabe no se lleva a la práctica, en realidad, nada se sabe. La persona
promedio ya conoce la verdad, de oídas, pero aún no ha decidido vivirla.
En mi vocabulario he excluido dos palabras
perdedoras: fácil y difícil. En este momento, incluso me
incomoda escribirlas, pero lo hago con la noble intención de caricaturizarlas.
Si me preguntas cual es mi experiencia, te
diré que nada que valga la pena esta al final de un camino de rosas —por otro
lado, no es algo que me preocupe—. Prefiero no pronosticar ni facilidad ni
dificultad. Para ser exacto, habrá momentos muy “difíciles” y otros muy fáciles”.
Así es la vida: es una cosa, es la otra y es ambas a la vez.
En resumen: la elección de lo fácil y cómodo
lleva a una vida difícil a la larga. Los caminos cómodos no llevan a ninguna
parte; sin embargo, los caminos arduos conducen lejos.
Lo que sigue no lo escribí yo, lo hizo
Séneca: “No es porque las cosas sean difíciles que nos atrevemos a hacerlas, es
justamente porque no nos atrevemos que se vuelven difíciles”. Y otra cita, para
mí, aún más contundente: “Aquello que no has hecho nunca no puede ser difícil”.
Y una sencilla regla: “Los días que no se
ocupan en aquello que amas son tristes, pasan pero no se viven, y jamás se
recuerdan con una sonrisa”. Tarde o temprano, llega un día en que uno siente
que es el momento de expresar su grandeza. Créeme, sé de lo que hablo si te
planteas de vez en cuando la siguiente pregunta ¿Cómo debería ser mi vida, para
que me sienta realmente orgulloso de mi mismo?, conectarás con algo grande de
verdad.
Cometerás
errores, como todo el mundo
¿Hasta qué punto estás dispuesto a cometer
errores? Es probable que durante el proceso que te conduce a la cima cometas
algún error, dudes, seas criticado o incomprendido, y te sientas vulnerable. Es
completamente normal y forma parte del proceso. Los errores hacen caer tus
corazas, expanden tus límites, ¡Son tu práctica espiritual! Convertir todo ese
material precario en algo nutritivo es el meollo del asunto.
No eres perfecto, y también es cierto que
nadie conocerá el día de la perfección en vida. ¡Qué democrática es la
imperfección! Nadie es perfecto —o todos somos imperfectos—. La psicología lo
tiene claro y califica la necesidad de perfección como “trastorno mental
transitorio”.
¿Tienes muchos problemas? Solo hay un
remedio: deja de tenerlos. Punto. Siempre que lo repito a mis clientes, rompo
todos sus esquemas sobre “El arte de la teneduría y conservación de problemas”.
En serio, si no los quieres, deshazte de ellos viéndolos como lo que son una
percepción desenfocada de la realidad.
Si te haces a un lado y el problema “no
sobrevive” sin ti, entonces —y lamento decirlo— tu percepción es el problema.
Formas parte de él.
Para comprobar mi posición ante un problema
tengo seis preguntas:
1. ¿Cuándo no
se da el problema?
2. ¿Cuándo
empeora el problema?
3. ¿Cuándo se
alivia el problema?
4. ¿Qué o quién
lo hace mayor?
5. ¿Cuándo y
cómo lo solucioné antes?
6. ¿Sin mí,
existiría el problema?
En la vida, lo que uno desea unas veces se
consigue a la primera y otras no; y en ambos casos, casi nunca pasa nada de mayor
importancia. Yo mismo he cosechado más "resultados no deseados” de los que
me gustaría admitir. Son lo normal cuando se actúa. Son parte del lote.
Aforismo: Nadie se equivoca tanto como quien
no lo intenta nunca.
Sé listo. A fin de cuentas, dentro de unos
años, ¿Alguien va a acordarse de los pequeños problemas y errores de hoy?
¡Claro que no! En ese caso, tampoco deberías preocuparte ahora, ¿No te parece?
No hay nada que temer, salvo al mismo miedo.
El atrevimiento y la osadía tienen poder. Y una vez que se actúa desde el
corazón, algo mágico sucede. Todo a su alrededor se contagia y habla en su
mismo idioma. Tengo un reto para ti: sigue los dictados de tu corazón (su
sabiduría proviene de la eternidad y sus sueños son muy antiguos).
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