miércoles, 22 de julio de 2015

Diecinueve (Parte dos)

·     No existe la suerte, sino una infalible combinación de preparación y oportunidad.
·     Presta atención e identificarás tus oportunidades.
·     La oportunidad ideal y perfecta no existe.
·     Las casualidades manejan un sofisticado lenguaje que es preciso aprender.
·     Cuando todo encaja y sucede sin esfuerzo, estás en armonía con el Universo.
·     El hecho de que el éxito sea tan poco común, se debe a la costumbre de abandonar tras el primer intento o a mitad del mismo.
·     No hay fracasos, sino abandonos prematuros.
·     Podría ser que no llegaras, pero puedes acercarte mucho.
·     El talento es creación, y la creación es abundancia y prosperidad.
·     El talento es sinónimo de prosperidad mental.
·     Crear es hermoso: es amor por los demás.
·     Cada propósito encuentra sus medios: el cuándo, el dónde y el cómo.
·     Toda escasez tiene su origen en una desarmonía interior.
·     La escasez es causa de una falta de amor, no de recursos.
·     Y recuerda que siempre, siempre, hay suficiente para todos.

Un manual es un libro en que se compendia lo más sustancial de una materia. Espero haberlo conseguido.
Es tuyo: te pertenecen todas las ideas que contiene y también las que no acerté a incluir y que tú añadirás. No es necesario que aceptes todo lo que en él está escrito, pero permíteme que te lo ofrezca.
¡Ah! Hice algo más: sujeté con un imán una nota con todas esas afirmaciones en la puerta del refrigerador. Y cada vez que lo abro para alimentar mi cuerpo, leo algunas de ellas y alimento mi alma.

Gracias por haber llegado hasta este artículo en tu lectura. 


Nos leemos en Octubre aportándote nuevamente 
20 artículos de Coaching para vivir mejor:
Manuel Morin.

martes, 21 de julio de 2015

Diecinueve y penúltimo (Primera parte)


Ha llegado el momento de pasar a la acción y de aplicar lo que has aprendido.
Incorpora estas ideas, conviértelas en un hábito; así, poco después, los efectos de ese trabajo interior se reflejarán en todo lo que te rodea.
Ten esta lista siempre muy a mano; pero no hace falta que pienses en ello en todo momento, porque lo importante es vivir el presente de un modo consciente.

¿Recuerdas lo aprendido?
·     La prosperidad es un estado de conciencia.
·     La vida, con su riqueza, está aquí para ti.
·     La prosperidad incluye toda clase de abundancia espiritual, mental y material.
·     Tu vida actual es un reflejo de lo que piensas.
·     El pensamiento crea lo que cree. Para crear, antes hay que creer.
·     Si haces trabajar tu subconsciente para ti, multiplicarás tus posibilidades.
·     Hacer más con menos es añadir valor, es decir: crear riqueza.
·     La confianza de los demás es riqueza invisible.
·     La ilusión es el componente mágico que crea los milagros.
·     Una idea magnetizada con la ilusión es un pronóstico del futuro.
·     Agradece tus errores porque fueron necesarios para tu aprendizaje.
·     Da gracias por cuanto tienes y disfrutas hoy.
·     La única escasez real es la escasez de amor.
·     Puedes pedirlo todo, pero nunca exigir nada.
·     No se trata de conseguir algo o no, sino de que lo aprecies cuando lo tengas.
·     Siempre se puede ganar sin que nadie tenga, por ello, que perder.
·     Lo eres y lo tienes todo; nunca pierdes algo que ya es tuyo.
·     La fe y la confianza son energía en acción.
·     La acción es el lápiz que plasma las ideas y las dibuja sobre el papel.
·     No siempre se gana, pero siempre es posible ganar.
·     Ninguna idea es perfecta al principio.
·     La prosperidad es energía que fluye. Es dar y recibir.
·     No interrumpas ese flujo.
·     Una mentalidad próspera te capacita para ganar una y otra vez.
·     La visualización y las afirmaciones son las herramientas más poderosas para cooperar con el Universo.
·     Afirmar, visualizar y escribir tus deseos del corazón son el abecé del éxito.
·     Ábrete a recibir todo lo bueno del Universo.
·     Los problemas económicos pueden resolverse con imaginación.
·     Todo problema parece que es mucho mayor al principio.
·     No es posible obtener algo a cambio de nada.
·     Ningún fracaso es definitivo a menos que así lo creas.
·     La causa de fracaso más común es el abandono prematuro.
·     Equivocarse forma parte de la experiencia humana.
·     No importa cuántas veces caigas, sino cuántas te levantes.
·     Expresa tus necesidades: la vida desea conocerlas.
·     Lo que deseas conseguir está buscando el modo de llegar a ti: colabora.

·     Los medios no son tan importantes como la intención. 

lunes, 20 de julio de 2015

Dieciocho


Estás aprendiendo a ser diestro en el estado mental de la prosperidad. Este proceso de aprendizaje, como todos, tiene sus etapas.
La primera se llama «incompetencia inconsciente» y durante ella no sabes que no sabes. Es decir, ni te imaginas el significado de la prosperidad mental. Es una etapa inicial de desconocimiento absoluto; quien debe cambiar las cosas ni siquiera sabe que debe cambiarlas.
La segunda se conoce como «incompetencia consciente»; en ella reconoces tu estado de desconocimiento, pero no sabes cómo cambiarlo. Es decir, reconoces el anhelo y la incapacidad para atrapar tus sueños, pero no sabes cómo solucionarlo. Éste es el período en que más se aprende, dada la presión que provoca la insatisfacción, que puede ser productiva si sabes sacarle partido a tu malestar. Pero a la vez, en esta etapa es en la que más abandonos se producen por causa del desánimo.
La tercera es la «competencia consciente»; en esta etapa ya has aprendido y eres capaz de hacerlo de forma correcta, pero aplicando toda tu concentración cuando lo haces. Es decir, cada vez con más frecuencia piensas en términos de abundancia, pero a cambio de poner toda tu atención y todo tu esfuerzo.
La cuarta etapa se llama «competencia inconsciente»; en ella tu nueva habilidad es ya un hábito automático e inconsciente en tu vida. Ejecutas tu destreza con facilidad y sin ningún esfuerzo, conectas el «piloto automático». Tu mentalidad es próspera y catapulta tus propósitos sin esfuerzo aparente. Incluso puede parecer, a los ojos de los demás, que haciendo menos obtienes más.
La prosperidad también es un estado interior que debe manifestarse en tu vida como un hábito. Cuando aprendes a conducir un automóvil, debes concentrarte en cada maniobra. Pero cuando ya tienes experiencia, conduces  de un modo inconsciente y eso libera, en parte, tu tensión. Al respirar, no te das cuenta de que respiras.
Es un hábito inconsciente y, por tanto, resulta más fácil hacerlo que no hacerlo.
Eso es lo que ocurre con muchas cosas.
Y no temas:
      La diversidad de sentimientos -del desánimo a la euforia- que te acompañarán en tu camino. Completan tu maravilloso mosaico emocional.
      Cometer errores. Sacar provecho de los fracasos forma parte del proceso natural de aprendizaje. (Recuerda lo que ya hemos dicho acerca del método de la prueba y el error.)
      Los problemas que sin duda surgirán; ninguno es tan inabordable como parece en un primer momento. Llegan a ti para ponerte a prueba y hacerte crecer.
      Ser incapaz o no ser merecedor de alcanzar tus deseos del corazón. Nadie puede hacerte fracasar ni hacerte sentir menos de lo que eres, salvo tú mismo.
      Llegar tarde, quedarte sin nada o que otros te arrebaten lo que te corresponde, porque siempre hay suficiente para todos.

Toma conciencia de tu prosperidad espiritual, mental y material. Y ábrete a cuanto esperas de la vida. Lo que hoy deseas está buscando ahora, en este mismo momento, el modo de llegar a ti: se está abriendo paso por entre tus experiencias para hacerse real en tu vida.
Al iniciar la lectura, estabas en el primer o tal vez en el segundo de los peldaños de esa escalera. Después de leer este manual, habrás alcanzado el tercer escalón. Y dentro de muy poco tiempo puedes estar en lo alto de la escalera...

Todo, como siempre, depende de ti. 

viernes, 17 de julio de 2015

Diecisiete


 Preparación y oportunidad; el resto es una anécdota. Y cuando ambas se encuentran, eres del todo invencible. Prepárate a conciencia y espera tu oportunidad. Algunas veces, hay un auténtico overbooking de oportunidades, y todo el asunto está en saber escoger la adecuada. Incluso en algunas ocasiones llegarán disfrazadas de problema. Y como siempre, sin las «instrucciones» para sacarles provecho. Ése es un detalle que de­pende de ti.
Algunas oportunidades son minúsculas pero preciosas, como por ejemplo, ser feliz durante un segundo, recibir una ofensa para poder perdonarla, hacer una nueva amistad, estornudar para que te deseen salud, recibir una sonrisa, dos besos de despedida...
Las hay que llegarán por sí solas, aunque otras deberán ser provocadas. Habrá que hacer que las cosas ocurran, dándoles un empujoncito. Pero si no haces nada para que algo suceda, nada ocurrirá. Y por supuesto, no es honesto echarles las culpas a los demás o a la fatalidad; ello constituye una excusa muy irresponsable.
Las oportunidades, cuando se presentan, exigen que se actúe con rapidez para que no escapen y se evaporen.
Van en un tren que no se detiene y al que hay que subirse en marcha. Las oportunidades no pueden detenerse porque se impacientan y entonces buscan desesperadamente a gente preparada que las reconozca y aproveche.
La oportunidad perfecta no existe y raramente se presenta tal cual la esperabas. Aguardar una ocasión tal y como la imaginas no es realista. Eso puede provocar que una buena oportunidad se pierda por un simple motivo de «maquillaje».
La ocasión nunca es perfecta al principio, pero por fortuna puede llegar a serlo gracias al talento que consigue hacer más con menos.
Presta suficiente atención e identificarás tus oportunidades.
Ningún tiempo como el presente ofreció tantas posibilidades. Por supuesto, sin objetivos no encontrarás ninguna oportunidad que case con ellos y pasarás por alto un sinfín de ocasiones porque no significarán nada para ti.
Las oportunidades buscan personas que vean lo que los demás no ven.
Cuando hablo de preparación no me refiero a nada que pueda aprenderse estudiando, sino a «aprender a aprender» y a utilizar de una vez por todas lo que ya sabes. Lo importante no es saber muchas cosas, sino saber qué hacer con lo aprendido. Quien posee la «actitud» de aprender, prosperará; pero quien aun teniendo «aptitud» no demuestra disposición, nunca progresará.
Cuanto sabes constituye tu equipaje mental; la intuición es tu brújula y los deseos del corazón son tu Estrella Polar. Ya puedes iniciar tu viaje. Pero antes de partir, for­múlate estas preguntas:
¿Adónde me dirijo?
¿Cómo llegaré?
¿Qué me aguardará?
¿Y después?

Y una vez estés allí, disfruta. La mayoría, cuando consigue lo que quiere, no lo valora lo suficiente y muestra indiferencia. Pronto se cansa detenerlo y vuelve a sentirse insatisfecho.
Muchos sueños de ayer son hoy juguetes rotos en un rincón del desván.
Unos se desviven por el cuidado obsesivo de su cuerpo. Otros se mortifican construyendo una carrera profesional brillante. Invierten sus energías en ganarse la aceptación de los demás. Hay quien gasta todas sus energías en hacer que su patrimonio crezca y crezca.
Cambian su tiempo para poseer más piedras y más ladrillos o para acumular más ceros en el saldo de la cuenta bancaria. Y a pesar de todo ello, como tú y como yo, únicamente llevan un vestido a la vez y comen tres veces al día.
Más allá de todo esto, hay quien entra en una nueva era de la conciencia al darles alas a sus deseos del corazón. Cuidan de su alma y elevan la calidad de sus pen­samientos y emociones. Establecen relaciones con alma e invierten energía y tiempo en sí mismos para convertirse en alguien mejor. Son personas que cultivan su «in­teligencia emocional» y están comprometidas con su prosperidad espiritual.
Inteligencia emocional es la capacidad para interactuar con otras personas a través del reconocimiento y respeto de los sentimientos, impulsos, etc. En definitiva, es la capacidad para asumir el equipaje emocional propio y sintonizar con el de los demás.
Hoy, ese concepto se aplica no sólo en las relaciones personales, sino también en las laborales y, en general, a todo. El déficit de esa inteligencia que se establece entre los corazones de las personas se considera como una limitación en las relaciones.
El tan sobrevalorado coeficiente intelectual, como índice que evalúa la inteligencia, ha sido superado por el coeficiente emocional. ¿Por qué? Porque las personas somos, ante todo, seres emotivos -con alma- y precisamos aprender a manejamos con nuestras emociones, así como comprender las de los demás.


jueves, 16 de julio de 2015

Dieciséis



El primer intento a menudo falla. Además, las personas sienten un pánico angustioso a la crítica. Y sobre todo a cometer una equivocación delante de los demás.
Por esa razón, muchísimos primeros intentos ni siquiera llegan a producirse. Los segundos intentos son aún más raros. Y los terceros, casi inexistentes. Suelen olvidar que «a la tercera va la vencida».
Si te conformas, te encoges. La vida se estanca y se detiene o, cuando menos, fluye a trompicones.
A veces piensas que tu momento nunca llegará, pero un día, una hora, un minuto después, por fin todo se resuelve. Resultaría lamentable abandonar la carrera en la línea de meta. Si te detienes antes de llegar, nunca sabrás qué te aguardaba al otro lado. ¡Y sólo por no haber dado unos pasos más!
Cada objetivo tiene su propio calendario. Unos se toman más tiempo y otros menos. Puede tardar, pero aun si llega después de cien intentos, obtienes mucho más de lo que conseguirías si desistieras tras la primera negativa. Muchas victorias deben su éxito al enésimo intento.
Evita tomarte un «no» como algo personal y no te enemistes cuando recibas una negativa. Todo el mundo tiene derecho a tomar sus propias decisiones, aunque contravengan tus planes. Incluso si crees que la persona que te dice «no» se equivoca, no te enojes. Tu alma es demasiado grande como para que una palabra tan pequeña te inmovilice.
Y por otra parte, si crees que no, es que no; incluso antes de formular la pregunta. La respuesta está en tu mano.
Existe cierta clase de gente que se encargará de intentar dinamitar cualquier idea ajena con posibilidad de prosperar. Sus censuras y críticas son reflejo de sus propios fracasos. En el fondo, se trata de las mismas personas que aguardan sentadas a la puerta de su casa, esperando un golpe de suerte que nunca llega; algunas de ellas sólo se levantan de sus sillas para desbaratar el esfuerzo del vecino.
A veces, experimentas ciertas pérdidas para pasar a ganar acto seguido. Es cierto: todos perdemos en alguna ocasión y pasamos por ciertos altibajos. Quien se siente abatido porque perdió un amor, está rechazando nuevas oportunidades para amar y ser amado; y lo mismo ocurre con el dinero. Dejas marchar algo para, acto seguido, hacer lugar a lo nuevo.
Sé que estás acostumbrado a retener y a exigir. Sin embargo, es preciso aprender a desaferrarse y a dejarse ir. Eso no significa quedarse sin nada; soltar es liberar pero también es liberarse. A veces, son las cosas las que nos poseen, y no al revés, como pudiera parecer. La vida no está estancada: es un flujo, y eso es lo que la hace interesante.
Me gustaría que vieras las cosas de otro modo. En primer lugar, la experiencia de perder no te empequeñece; te convierte en alguien más grande. En segundo lugar, no resta; sino que suma -e incluso, a veces, multiplica-. Y en tercer lugar, ese paso atrás no te retrasa; en realidad, te da impulso y te catapulta al infinito.
Estés donde estés y ocurra lo que ocurra, estás avanzando.
Seguro que a lo largo de tu existencia debiste hacer frente a las inevitables pérdidas que forman parte de la vida misma. Después, descubriste que tu pérdida dio paso a lo inesperado. ¡Cuántas veces algo nuevo llegó a ti, abriéndose camino por entre tus pérdidas y tus dificultades! Hay una explicación: el Universo está operando, te echa una mano y se pone a trabajar para ti.
Cuando pierdas, no olvides la lección.
Interprétalo así: unas manos vacías se hallan llenas de lo que están a punto de recibir. Si esas manos hubieran estado agarrándose a quién sabe qué, no podrían acoger nada nuevo. En la vida se producen unas cadenas de casualidades que engarzan las pérdidas con las oportunidades.
A veces la ganancia es sutil e inesperada. Es cierto que las pérdidas son inevitables, pero por larga que sea la triste noche, cada día amanece de nuevo.
Y no te consientas convivir con las pérdidas más de lo imprescindible. Una vez has extraído el jugo de su enseñanza, seguir exprimiendo la pérdida no conduce a nada. Lamentarse, tampoco. El patrón del «pobre de mí» es una farsa de conducta que proporciona un rendimiento paupérrimo.
En alguna página de este manual, has leído que la felicidad no tiene nada que ver con lo que ganas o pierdes, sino con tu actitud ante ambas situaciones. La alegría y la tristeza son la liberación de tus representaciones interiores, el modo en como valoras tus experiencias. No se trata de cuánto perdiste, sino de cómo lo valoraste entonces y de cómo lo recuerdas ahora.
Sonríe cuando recuerdes tus pequeños y grandes desastres del pasado. Eso disolverá las «moléculas emocionales» del trauma porque el subconsciente archivará de nuevo el recuerdo, sólo que esta vez le asociará una sonrisa.
Quiero que sepas que ninguna pérdida es en realidad definitiva.

Ya sé que esta afirmación contradice los esquemas que hasta hoy has manejado, pero ahora es el momento de realizar algunos cambios. Si no ¿Por qué empezaste a leer este manual?