martes, 30 de junio de 2015

Cinco



¿Cuál es tu talento? ¿Qué harías si supieras que no vas a fracasar? ¿A qué dedicarías tu vida si tuvieras el tiempo y los medios suficientes?
¿Sabes en qué no puedes fracasar? En aquello que realizas con ilusión y entusiasmo, de manera que, al hacerlo, no tienes la impresión de estar trabajando. Así, descansas cuando tu cuerpo te lo pide, pero no porque te fatigue hacer ese trabajo. Sin embargo, si no disfrutas con tu ocupación, te escatimas gozo y también dinero, porque no estarás entre los mejores. Es escasez, lo mires por donde lo mires.
Cada uno de nosotros posee algún talento o cualidad, algo para ofrecer a los demás, por increíble que esta afirmación parezca. Todas las personas somos maestros en alguna materia; en ese sentido, poseemos un talento particular.
Rescata tu talento y ¡brilla! El cielo aguarda esa nueva estrellita que tú eres.
Un sabio no sabe muchas cosas, pero sabe muy bien las que sabe. Nadie sirve para todo, pero todos servimos para algo. Tú sólo debes conocer tus habilidades y tus fortalezas, pues definen tu talento. A fin de cuentas, el talento no es necesariamente una expresión de las artes o las ciencias; consiste más bien en ser creativo en el día a día.
Talento es creación y amor cuando actúan conjuntamente.
Descubre qué es lo que estarías dispuesto a hacer gratis toda tu vida y después conviértelo en una ocupación remunerada de la que puedas vivir. Tu más singular talento es la expresión de lo que has venido a entregar a los demás y la «herramienta» que ha de hacerte prosperar en tu ocupación.
Talento es sinónimo de prosperidad mental. Es creación, y la creación es abundancia para todos.
Al entregar tu talento, la vida te recompensa por ello y te premia con la satisfacción de ejecutar tu obra. Estás cumpliendo tu propósito vital y te centras en aquello que has venido a entregar a este mundo.
Cuando ofreces algo genuino al mundo, te conviertes en co-creador. Cada vez que combinas tu intención, tu propósito y tu entusiasmo, obtienes prosperidad porque haces lo que debes hacer. Ocupas tu lugar en el Universo.
A veces, la vida te entrega una cantidad de dinero o hace que los demás reconozcan tu trabajo para decirte: «¡Céntrate en eso!». Así es como te anima a que sigas ofreciendo tu talento: recompensándote de nuevo. Es un proceso que se realimenta a sí mismo y que alguien llamó «la rueda de la fortuna».
Todos necesitamos recibir lo mejor de los demás. No te guardes tu parte porque entonces mi experiencia será incompleta. La prosperidad es un flujo que consiste en dar y recibir. Si rompemos esa reacción en cadena, detenemos el flujo de la prosperidad.
La suma de talentos construye un mundo mejor. Hasta el día de hoy, ha vivido mucha gente que ha entregado lo mejor de sí misma. Progresamos y prosperamos gracias a su aportación. Resulta increíble pensar en cuántas cosas hermosas ha sido capaz de ofrecemos la creatividad humana. En resumen, conservamos su legado y disfrutamos de él; a él debemos, también, parte de la belleza de este día.
Pero aún podemos mejorar el día presente. Y hacer, de éste, un mundo mejor.
A cada paso que das en la dirección que te corresponde, el Universo te recompensa por cualquier riesgo que ello comporte y te garantiza el éxito; utilizas tu talento para tu mayor bien y recibes una recompensa por ello. De esa manera, generas abundancia en tu vida. Pero cuando pones tu talento al servicio de la humanidad, tu alma prospera al generar abundancia para los demás. Y entonces avanzas una distancia infinita en tu evolución personal. Ocurre así y algunas veces poco importa el cómo y el porqué; lo importante es que suceda.
Estos pensamientos están dedicados a todas las personas que quieran crear amor:
·     Cuando plantas una pequeña flor, contribuyes a hacer del mundo un lugar más bello y colaboras en la expresión de la energía de la vida.
·     Cuando regalas una sonrisa, creas otra que la devuelve.
·     Estás añadiendo un poquito de afecto en este mundo.
·     Cuando expresas tus sentimientos, estás redactando una «declaración de amor» por la vida que el Universo desea conocer.
·     Cuando das las gracias por cuanto recibes a diario, te preparas para recibir de nuevo.
·     Cuando ofreces afecto a quienes te rodean, haces de este mundo un lugar más amable y amigable.
·     Cuando ayudas a los demás, expresas un conocimiento excepcional de lo que es la vida.
En resumen, cuando creas algo con amor, generas prosperidad para ti, para la especie humana y para el planeta.
Crear es hermoso.
Todos tenemos la oportunidad de ser creativos en nuestras relaciones personales añadiéndoles afecto. Es decir, creando amor en el más amplio de los sentidos. Como ves, talento también significa expresar responsabilidad y contenido en tus relaciones. Me estoy refiriendo a establecer relaciones con alma. Ése es un talento sutil, aunque vital, en un mundo lleno de conflictos.
La creatividad es un milagro que inicia la Inteligencia del Universo y que deja en nuestras manos la posibilidad de concluirlo. Es como trabajar en los detalles de una idea original de Dios. En la medida en que desarrollamos sus ideas -los deseos del Corazón que compartimos con Dios- nos acercamos a nuestra divinidad interior.
Sigue a tu corazón, te va a mostrar lugares increíbles. Cuando liberamos la creatividad, estamos participando de una forma activa en el proceso de la vida. En cierto modo, dejamos de asistir como espectadores a la experiencia de la vida para pasar a ser protagonistas.
Hay algo profundo en este pensamiento que nos dice que «estar vivo» y «vivir» son cosas diferentes. No se trata de un simple juego de palabras.
Piensa que el tiempo necesario para crear es el mismo que transcurrirá si no haces nada en absoluto. Invertir tiempo en un proyecto no significa restarle tiempo a tu vi- da, sino vivirla de un modo más creativo y enriquecedor.
Cree en un sueño. Cada segundo que dedicas a tus sueños lo añades a tu vida.
Pero recuerda que será necesaria mucha más transpiración que inspiración, porque la inspiración, para que dé algún resultado, debe encontrarte trabajando.

La inspiración es intuición en su aspecto más creativo. Y la intuición fluye en la medida en que se la escucha; en caso contrario, dejará de hablarte. No te importunará. Y eso supondría prescindir de una colaboración muy especial. 

lunes, 29 de junio de 2015

Cuatro




El éxito está precedido por una retahíla de pequeños fracasos. Me gustaría poder asegurar que es de otro modo, pero no diría la verdad.
Cuando las cosas marchan mal, no estás solo; Dios te está llevando en brazos para protegerte. Pero también desea que desde esa posición veas con claridad y perspectiva cómo transcurre tu vida para que puedas reflexionar.
Cada vez que te equivocas es debido a algún motivo. Revisa tu plan y verás que, cuando algo falla, no es por mala suerte o por desgracia.
Estás pagando el peaje por haber tomado un camino equivocado. Y la vida te lo hace notar con un traspié. Ese tropiezo te prepara para otro nuevo intento, tal vez el del éxito. Un fracaso es el resumen de la información necesaria para mejorar el nuevo intento. Por esa razón, siempre afirmo que un error es la respuesta correcta a una pregunta errónea.
En un primer momento, toda adversidad parece un golpe definitivo, pero poco después se convierte en provisional a no ser que te empeñes en lo contrario. La desventura y la fortuna pasarán porque en el Universo nada permanece.
Al principio, los problemas se convierten en una montaña. Más tarde se encuentra el modo de escalarla. Siempre ocurre lo mismo: todos los problemas parecen mayores en un primer momento, pero después surge el modo de abordarlos y la montaña resulta ser una colina. ¡Y qué hermoso es el paisaje desde ahí arriba!
Perdónate por haber cometido tantos errores en tu vida; todos los cometemos. Incluye el verbo «fallar» en tu vocabulario y aprende a soportarlo, aunque no te acostumbres a usarlo. Y alégrate por el modo en que tus errores te han hecho crecer y prosperar espiritualmente.
Las adversidades nos hacen más fuertes.
Yo prefiero cometer un pequeño error a no hacer nada. Actúa, aun a riesgo de equivocarte. No eres perfecto, ni llegará el día en que lo seas.
No te obsesiones con la posibilidad de cometer un error y del fracaso ocasional. Por suerte o por desgracia, ambos llegarán en algún momento. Piensa que equivocarse forma parte de la experiencia humana.
Cuando eso suceda, sonríe porque no eres perfecto; los demás tampoco lo son.
Muchas personas nunca se sobrepusieron a un primer golpe y aceptaron una primera caída como una derrota definitiva; sólo algunos volvieron a intentarlo, pues comprendieron que no acertar al primer intento es algo natural. Poco después obtuvieron el éxito. La lástima es que hay una enorme desproporción entre ambos grupos de personas.
No te obsesiones si no lo consigues, pues también eso es para tu mayor bien. Revisa los deseos que se tradujeron en decepciones. Si fracasaron fue porque nadie necesitaba aquello; ni siquiera tú. Tal vez aún no, pero algún día lo comprenderás. Nos equivocamos
cuando el sentido de la dirección es inoportuno para nuestro proceso personal de aprendizaje.
Sutil, ¿No es así?
Cuando realizas tu elección, el Universo se pone en marcha para ofrecerte una nueva enseñanza: mueve pieza y espera tu reacción.
Quien posee una mentalidad próspera sabe que afrontará ciertas dificultades, pero también sabe que las resolverá en su momento. Conoce muy bien todos los errores que puede haber en una tarea porque los cometió -uno por uno- con anterioridad.
Alimentar la confianza en uno mismo es muy importante, ya que no importa tanto el problema como el modo de reaccionar ante el mismo. Un problema afrontado con la actitud correcta es una dificultad casi resuelta.
No siempre se gana, pero quiero que sepas que siempre se puede llegar a ganar. Todo es posible en su momento oportuno. Al fin y al cabo, hoy el hombre es capaz de realizar muchas cosas que hace algún tiempo eran imposibles.
«Imposible» es una palabra que desaconsejo utilizar.
Cuando uno no sabe cómo hacer algo, acaba poniéndole la etiqueta de «imposible». Pero con el tiempo, aparece alguien capaz de hacerlo y, al poco, se convierte en algo normal, en «lo que todo el mundo sabe». Y así pierde esa ridícula etiqueta.
Cuando un atleta establece una plusmarca, en los siguientes entrenamientos surge alguien que la supera, y el resto de sus colegas no tardan en igualarla. Cuando lo «imposible» pasa a ser «posible», lo es para todo el mundo.
Donde unos ven una imposibilidad, otros ven una posibilidad.
La mente próspera no parcela el campo de las posibilidades con palabras que limitan. Tampoco anda pidiendo a los demás, puesto que podría ocurrir que no escucharan, ni se arruga ante los inconvenientes. Hace que las cosas sucedan.
Y sí, es cierto: en ocasiones llegas el último a la línea de meta. Todos perdemos alguna vez. Pero, a veces, es bueno perder. Las cosas suceden por alguna razón. No ahora, pero en su momento sabrás el porqué.
Así es la vida: unas veces se gana y otras se pierde. Y en ambos casos, casi nunca pasa nada.
A fin de cuentas, lo que nos sucede es para nuestro mayor bien espiritual. Como dice aquel conocido adagio: «Somos seres espirituales en medio de una experiencia material. Y no al revés, aunque pueda parecerlo».


www.cehupnl.com
www.manuelmorin.com

viernes, 26 de junio de 2015

Tres


 

La prosperidad es un estado de la conciencia que significa mucho más que poseer dinero y bienes materiales. Incluye tanto la riqueza exterior como la interior. Es un juego de la mente que te prepara para ganar una y otra vez. Y el único que puede crear ese estado eres tú mismo.
De hecho, la prosperidad es un término muy amplio que incluye todo tipo de abundancia: espiritual, mental y material. Y como tal, se manifiesta en todos los aspectos. Refleja mucho más que una situación financiera y por ello no puede reducirse a un saldo ni puede valorarse mediante cifras.
Podemos, por tanto, ser prósperos respecto a cualquier cosa. El concepto de «prosperidad total» es un término muy amplio que comprende, entre otras cosas:
La salud,
El amor,
El trabajo,
La energía,
El tiempo libre,
La amistad,
La alegría,
El bienestar,
El entusiasmo,
La creatividad,
La sabiduría,
El buen humor,
La gratitud,
La armonía,
La serenidad,
La compasión,
El dinero,
Etcétera.
La lista es tan larga como decidas.
De entre todas, nuestra mayor riqueza consiste en convertimos en las personas que queremos ser y en vivir la vida que deseamos vivir o, dicho de otro modo, en alcanzar la prosperidad espiritual, que es, ni más ni menos, cualquier cosa que contagie el alma de felicidad.
El éxito es una escalera con muchos peldaños; en un momento determinado podemos dar un traspié y rodar por ella, aunque también puede conducimos a lo más alto. Pero durante el tiempo que estés en este planeta, lo fundamental es el amor que puedas ofrecer a los demás, mucho más que tus subidas o bajadas por esa escalera.
El éxito es un proceso y, como en todo proceso, primero establecemos un objetivo y un plan de acción para, después, actuar y añadir emoción e ilusión. Un suceso nos lleva a otro, una acción interfiere en otra y entonces ocurre algo de mayor importancia. Debido a esa sincronía, un acontecimiento provoca otro, de modo que no existe la casualidad. Así es como llegan los resultados, no por suerte o por azar.
Todos experimentamos coincidencias de vez en cuando, pero sólo algunas son significativas; es decir, lejos de ser casuales tienen un profundo significado. Las llamamos «sincronicidades».
Las coincidencias sincronísticas no pueden provocarse, nunca nos dejan indiferentes, llaman poderosamente la atención, son a menudo simbólicas y ocurren en un momento en el que es necesario un cambio de rumbo.
Las sincronicidades atraen a nuestra vida a las personas y los acontecimientos que necesitamos.
El éxito no es un hecho casual, es un estado mental de satisfacción que debes crear día a día. Por esa razón no es un destino, sino un trayecto más o menos largo. Y cuando alguien tiene prosperidad, está transitando por ese camino. De todos modos, debes saber que nunca se consigue nada a solas, aunque pueda parecerlo. La medalla que luce el ganador debería brillar en muchas solapas.
Tú solo no consigues nada.
El Universo colabora contigo proporcionándote las oportunidades, primero, y los medios, después. Cuando ocupas tu lugar en el Universo y haces lo que debes hacer, se produce una reacción en cadena y, por contagio, todo empieza a funcionar. La prosperidad es una bola de nieve que crece y crece cuando haces que ruede. Cuando nos encontramos en una situación como esa, decimos que «estamos en racha»; lo que ocurre en realidad es que las sinergias, cuando trabajamos en equipo, se están multiplicando.
¿No te alegras al saber que no estás tú solo en esto? Nunca te permitas «morir de éxito»; recuerda siempre de dónde procedes. La arrogancia viene devuelta, en algún momento de la vida, en forma de una cura de humildad. Todos conocemos algún ejemplo.
Tampoco cometas el error de compararte con nadie más. «Mejor» y «peor» son, en todos los casos, unas etiquetas muy relativas. No se las pongas a ninguna persona. Cada cual tiene unas prioridades en la vida que son distintas a las de los demás. Las personas son diferentes. Y eso es lo que hace de nuestras relaciones algo tan interesante.
Creo más en la connotación espiritual de la palabra «éxito» que en la material. Para mí, ese término representa la satisfacción que se siente cuando se atrapa un sueño, y no por causa del reconocimiento de los demás.
El éxito inmediato no es algo frecuente. La antesala del éxito siempre es el trabajo organizado en un plan de acción eficaz. Tampoco es fruto de un «golpe de suerte»; es más adecuado compararlo a la tarea que se realiza entre bastidores hasta que al final se pisa el escenario. 
Los espectadores asisten a la obra, pero nunca sabrán lo duros que fueron los ensayos.
No basta con desear.
Puedes desear con todo tu corazón llegar arriba, pero si no subes el siguiente peldaño seguirás al pie de la escalera. El deseo solo nunca es suficiente; es necesario, además, poseer el estado mental de la confianza y la convicción para promover un plan de acción con garantías.

¿Cuál es tu actitud? ¿Proactiva o reactiva?
Quien es proactivo tiene iniciativas y actúa. Es capaz de hacer y de conseguir que los demás hagan. Son las personas más valoradas en el entorno de las empresas que precisan crecer y prosperar.
Una persona reactiva se limita a dejarse llevar sin modificar los acontecimientos. No se dirige a ningún lugar, va a la deriva y a remolque de los demás.
Quiero que sepas que nunca se pierde, a menos que se dé el juego por terminado y se acepte una derrota como definitiva. En la Bolsa, las acciones suben y bajan cada día; pero el accionista no pierde ni gana hasta que da la orden de venta.
Atrapar los sueños no está reservado a unos pocos.
No conozco a demasiados «cazadores de sueños», pero eso no significa que la veda no esté abierta para todos. Lo que ocurre es que la mayoría de las personas suele abandonar tras el primer tropiezo. Se levantan de la mesa de juego y dan por finalizada la partida con una derrota. Dan el juego por terminado. Y se lamentan porque la vida les ha dado unas malas cartas. El del «abandono» es el juego practicado por la mayoría.
Una minoría sigue intentándolo después de una primera caída. Es la minoría que ha aprendido a levantarse una y otra vez; son las personas que continúan la partida, aun con malas cartas, porque les encanta jugar. Ya habrás adivinado que en esta metáfora «jugar» significa «vivir».


jueves, 25 de junio de 2015

Dos (Parte dos)

Cuando aprendes a pensar y «aprendes a aprender», tus posibilidades se multiplican. Eso es algo que no nos enseñaron en la escuela. De casi todo lo aprendido cuando éramos pequeños puedes sacar la misma conclusión. Es como si te hubieran enseñado a reparar la lavadora, pero no a usarla. ¿De qué te sirve eso?
No existe la acción de enseñar, sino la capacidad de ayudar a aprender. Trasladar los viejos conocimientos de una mente a otra no aporta nada nuevo al planeta; sin embargo, desarrollar las capacidades de las personas aflora su creatividad. Y el mundo avanza con ella.
Puedes leer muchos libros como éste, pero si tras su lectura no reflejas lo aprendido en los sucesos cotidianos de la vida, leer no servirá de nada.
Tener pensamientos es muy diferente a razonar, al igual que memorizar es distinto de aprender. Es la misma diferencia que hay entre el pescado y la acción de pescar.
La cultura de las empresas ha cambiado, y hoy no se valora tanto a quien sabe muchas cosas, sino a quien es capaz de ponerse al día. Y esto es así porque en el mundo todo cambia con muchísima rapidez. En ese entorno, no cuenta tanto lo que hayas aprendido, como tu capacidad para adaptarte a lo nuevo.
Lo importante no es «lo que sabes», sino «lo que haces con lo que sabes». De hecho, las grandes compañías pagan muy bien a sus ejecutivos por «lo que hacen con sus conocimientos», y no sólo por «sus conocimientos».
Con seguridad, tienes limitaciones de las que no eres consciente y te enfrentas a problemas sin saber que los estás afrontando. Cuando identifiques las dificultades que te encadenan, podrás empezar a librarte de ellas. No puedes ir de un lado para otro arrastrando esas pesadas cadenas que te sujetan los pies.
Los pensamientos, las creencias y las emociones -que albergan la mente y el corazón- definen el estado de conciencia de la abundancia y también el de la escasez. Es decir, todo aquello que establece la posición presente.
¿Sabes por dónde empezar?
Primero conoce tu estado presente, después define el estado deseado. Identifica los deseos de tu corazón. Y luego actúa para reducir la diferencia entre el estado presente y el deseado. El viaje más largo empieza con un simple paso. Podría ser que no llegaras, pero puedes acercarte mucho.



Fíjate en la Naturaleza: rebosa armonía. Y por ello la abundancia es la regla que se manifiesta de un modo sutil y casi milagroso. Desde el principio de los tiempos, a Naturaleza se las ha ingeniado para adaptar la vida del planeta a las situaciones cambiantes del entorno. Cumple perfectamente con ese trabajo. Es inteligencia en acción.
Esa sabiduría que lo dirige y organiza todo te abastecerá de lo que precises en cada instante. Ésa es su voluntad, pues no olvides que fue quien te dio un día la vida.
La abundancia del Universo se manifiesta en la energía creativa de la Naturaleza al ofrecemos cuanto necesitamos. Como formas parte de ella, tú también puedes
participar en el proceso creador.
«Algo hace no sabemos qué.» Y gracias a ello, la vida se recrea en sí misma y no se detiene jamás.
El pequeño planeta en el que nosotros vivimos es un oasis en medio del sistema solar. Si el hombre pretendiera crear algo parecido, simplemente fracasaría.
Atiende al trabajo silencioso de la Naturaleza; verás que ofrece inmensas recompensas a quien sabe apreciarlas. Reúnete a menudo con ella, pues tiene mucho que contarte:
Pasea por algún bosque,
Escucha sus rumores,
Abraza un árbol,
Toca el agua,
Huele la tierra,
Respira el cielo,
Cuenta las estrellas y ponle tu nombre a una.
Quédatela.
Todo eso es abundancia a tu disposición.

El mejor ejemplo de abundancia que conozco es el firmamento. No tiene principio ni final. No sabemos cuándo fue creado ni si algún día desaparecerá. Lo cierto es que nos pertenece a todos por igual. La Naturaleza nos enseña que se puede poseer todo sin tener nada.

Me gusta pensar que cada persona del planeta puede quedarse con una estrella... ¡y que aun así sobrarán! Creo que, al igual que su par en el cielo, cada ser humano brilla y parpadea con su propia luz. 

miércoles, 24 de junio de 2015

Dos (Parte uno)



Si por un momento pudieras ver la lista de todos tus pensamientos diarios, te asombrarías. Incluso creerías que alguien llega a pensar por ti en tu mente. Muchos de los argumentos dominantes que forman parte de tu repertorio mental, están expresados, con probabilidad, de un modo negativo. Para colmo, repetimos el noventa por ciento de los pensamientos de la víspera. Y así cada día.
¿Entiendes por qué tantas cosas salen mal?
La palabra «energía» es un buen término para definir el pensamiento. De hecho, todo cuanto hay en el mundo -tanto material como inmaterial- es energía que adopta distintos niveles de vibración.
Cada pensamiento crea unas ondas similares a las que se forman sobre el agua cuando una piedra cae en su superficie. Esas ondas son energía creativa en expansión y según sean los pensamientos, así serán las experiencias que crearán. Esa química del pensamiento acaba por determinar de algún modo la calidad de nuestras próximas experiencias.
Un pensamiento es energía que se mueve.
Así pues, la vida no es ni más ni menos que la historia novelada de las representaciones interiores. En cierto modo somos los guionistas de nuestro propio culebrón. Somos víctimas y a la vez el origen de muchos de los problemas a los que nos enfrentamos; pero, por suerte, su solución está en nuestras manos.
Cuando las personas no obtienen lo que desean de la vida, en buena lógica se sienten defraudadas. Esa insatisfacción realimenta la limitación, a menos que se modifiquen las creencias, los pensamientos y las emociones que la sustentan.
Si no puedes cambiar el mundo y a las personas -que no podrás-, corrige la forma en que los percibes. En cierto modo, eso es transformado ¡dentro de ti!
«Cambia tu vida cambiando tu mente»: éste es, de todos, el descubrimiento más maravilloso.
Compruébalo. Al modificar el mundo interno, el externo (lo que llamas realidad) se transforma, porque todo se acaba contagiando poco a poco de nuestros pensamientos.
Las ideas nuevas y revolucionarias han hecho progresar a la humanidad a lo largo de la historia. Y nos enseñan que la clave de cada descubrimiento consiste en contemplar el objeto de la investigación con nuevos ojos. Cuando la nueva idea es aceptada, cambia la mentalidad de una civilización entera y la humanidad progresa con ella. «Paradigma» es el modo en como ves el mundo. Y en cada cambio de paradigma transformas «tu mundo».
En un nivel más simple y personal, ocurre algo semejante. Parece demasiado sencillo como para que funcione, pero funciona.
Ahora ya sabes que sólo si contemplas las cosas de un modo diferente a como las viste hasta hoy, te mostrarán aspectos por completo distintos a los de ayer. Dicho de otro modo: no puedes esperar que ocurran cosas nuevas en tu vida si haces lo de siempre y eres el de siempre. ¿Ves dónde está el error?
La mente actúa en un diez por ciento de forma consciente y en un noventa por ciento, de manera subconsciente. Pero si sabes focalizar tu pensamiento, modificarás tus creencias subconscientes.
¿Cómo darle instrucciones al subconsciente? Mediante la autosugestión: creyendo lo que deseas creer. Usa las afirmaciones y repítelas hasta convertirlas en una verdad. Y cuando aprendas a influir en tu subconsciente de forma que trabaje para ti, estarás multiplicando tus posibilidades. Serás capaz de generar prosperidad en todos los  sentidos, y ello en virtud del principio que afirma que cada pensamiento repercute en quien lo ha elaborado. Así, cuando aprendas a pensar en términos de abundancia, tu mente generará prosperidad.
El subconsciente trabaja sobre el material que le proporciona la mente consciente. Acepta todo aquello que se le dice sin hacer distinciones. Y se limita a cumplir con su trabajo: vigorizar los pensamientos y transmutar su energía.
Sueña despierto, ensaya el éxito en tu imaginación.
Las personas crecen de acuerdo con el tamaño de sus sueños. Y nuestra estatura espiritual crece con los pensamientos que ponemos en nuestra mente. Así pues, agranda tus sueños y colócalos en una gran pantalla. Es el momento de revisar tu película preferida.
Grandes sueños, grandes éxitos.


Continuará...


www.cehupnl.com
www.manuelmorin.com

martes, 23 de junio de 2015

Uno





Tal vez hasta hoy concebiste el mundo como un lugar lleno de privaciones y escasez en el que lo importante es lograr la máxima ganancia en el mínimo tiempo.
Quizás en algún momento aprendiste que es posible obtener algo a cambio de nada. Y que alguien deberá quedarse sin su parte para que tú puedas conseguir la tuya. Es decir, que cuando uno gana, otro pierde, ya que no hay suficiente para todos.
Hay quien logra hacer realidad sus sueños sin aparente dificultad, mientras que otros no consiguen levantar cabeza. Y entre ellos surge toda clase de conflictos cuando se trata de mejorar su posición.
Así parecen ser las cosas.
En un mundo como ése -gobernado por las leyes de la escasez, el mínimo esfuerzo y el egoísmo-, aprendiste a desconfiar de todo y de todos, pues consideras que si tú no dispones de lo suficiente es porque alguien te ha arrebatado lo que te corresponde...

Si así es como ves las cosas, no me extraña que a menudo sientas temor. 

lunes, 22 de junio de 2015

INICIANDO: LA PROSPERIDAD (Parte 1)



Muchos de los lectores de mis anteriores artículos me han preguntado sorprendidos la razón por la que un empresario de la confección escribe libros y da cursos de Programación Neurolingüística, Coaching y  de Crecimiento Personal. Y la respuesta siempre es la misma: «¡No soy una profesión, soy una persona!». Tras mi explicación, se quedan pensativos y no demasiado convencidos, o eso creo.
Hoy les ofrezco a todos ellos una respuesta más elaborada: Estos artículos para la Prosperidad. Escritos con un enfoque en el que lo material y la espiritualidad se dan la mano, se reconcilian ante quienes puedan creer en su conflicto.
En esta travesía, los lectores podrán descubrir que la realidad es un reflejo de la calidad de sus pensamientos. Y también que la prosperidad es un estado muy amplio que abarca todo tipo de abundancia: espiritual, mental y material. Comprenderán que lo que mejora todas las situaciones es utilizar las cosas y amar a las personas, y no a la inversa: amar las cosas y utilizar a las personas, como sucede con demasiada frecuencia.
Algunos amigos se comportaron como unos magníficos maestros para mí y provocaron estos artículos, al hacerme reflexionar sobre la mentalidad que hay detrás de la  necesidad y la escasez, la prosperidad y la abundancia.
Cierta mujer que conocí -adorable y generosa- era capaz de conseguir toda clase de ingresos extras para pagarse sus caprichos y llevar una vida desahogada en apariencia; sin embargo, en el fondo sufría, pues no le llegaba el dinero para pagar la hipoteca de su casa, de la que siempre debía varias mensualidades.
Un amigo muy estimado de mi parte,  -abrumado por la responsabilidad-, del que yo sabía que tenía grandes cantidades de dinero en el banco y varias propiedades inmobiliarias, llevaba una vida bien fregada: ¡Su mentalidad no reflejaba ni remotamente esa riqueza!
Ambas personas sufrían cierta insatisfacción debida a la contradicción entre su representación interna y su situación externa. De aquella mujer pobre que se creía rica y de ese hombre rico que se creía pobre, aprendí que la prosperidad es un estado mental.
 Este contenido es para todas las personas que viven en una situación semejante. Y también para aquellos lectores que pensaban que llevar una vida espiritual -al margen de la profesión- no era posible aquí y ahora, dentro del complicado estilo de vida de nuestra sociedad cuando, en realidad, es lo que más necesitamos.
Coach. Manuel Morin


Mañana continuamos con el primer tema. Imprímelo si lo crees prudente. Colecciona los artículos y harás con ellos un Manual para la Prosperidad.